sábado, 1 de abril de 2017

VIGENCIA DEL ESTADO DE GUERRA IMPOTENCIA DEL ESTADO Y RESISTENCIA CIVIL




Si bien era una necesidad para el hombre salir de un estado de naturaleza donde se encontraba vulnerable de los otros hombres, y llegar a una civilidad donde se busca el bien común y la paz, creo también que dentro de dicha civilidad sigue existiendo el estado de guerra y seguirá existiendo en tanto el Estado no pueda evitar que los individuos entren en conflicto, o peor aun, cuando el mismo Estado abusando del poder, llegue al punto de ofender a la misma comunidad, provocando que reine nuevamente dicho estado.

Toda esta situación, nos lleva a reflexionar sobre dos cuestiones, una ¿Hemos evitado el estado de guerra con nuestro pacto de civilidad? Y la otra  ¿Qué pasa si el mismo Estado viola el pacto y provoca una estado de guerra con la comunidad? Tomando en cuenta que el abuso de poder contra un ciudadano inocente es declarar la guerra a todos.

En este trabajo me propongo indagar cómo es que dentro de la supuesta civilidad, a la que hemos llegado  huyendo del estado natural para evitar el estado de guerra, se esconde una trasfondo oscuro y que si lo vemos más de cerca  descubrimos que el estado de guerra sigue vigente y que en lugar de terminar con él, lo hemos solamente modificado.  En teoría, la civilidad debe alcanzarse por medio de las leyes y con un cuerpo político que haga que se cumplan. Para algunos, el cuerpo político debe tener un poder absoluto, para otros debería existir  una división de poderes.

Pero en la realidad surgen dos problemas: Uno, El cuerpo político que supuestamente se encargará de usar el poder que le concedimos para evitar que lleguemos a un estado de destrucción entre los individuos, ha dejado que el odio, el resentimiento, la malevolencia y la destrucción mutua se desarrolle. El hecho de que unos cuantos vivan en la opulencia  y otros mueran de hambre o por que por necesidad se vuelvan casi esclavos,  es motivo suficiente para  ver que existe un conflicto entre los individuos. Con solo un poco de atención podemos ver  que un alto porcentaje de jóvenes  que no tienen oportunidad de hacer algo dentro de la comunidad, se vuelvan contra ella robando, secuestrando, asesinando, etc. poniéndose con la parte ofendida en estado de guerra.  Para ser claros, el Estado no ha evitado del todo el estado de guerra entre los miembros de la comunidad.

Y el segundo problema, surge cuando elegimos a los gobernantes sin analizar si garantizan que trabajarán para el bien común, o por ignorancia, desidia, o falta de organización, damos el poder a personajes que traen las peores intenciones hacia la comunidad. Dando como resultado que el poder que se supone nos protegerá de un conflicto con otros individuos, termina revirtiéndose hacia los ciudadanos. Un acto que para muchos parece simple como apresar a un inocente, desaparecer a los opositores de un régimen, matar estudiantes, empobrecer a un país entero y matar a muchos otros de hambre, mientras ellos derrochan el dinero publico descaradamente comprando yates, propiedades exageradamente grandes, haciendo pactos con la delincuencia o con los dueños de los medios de producción para permitir que abusen de los otros, etc.  Para mi no son simples errores del gobierno, o falta de eficacia, es un acto completamente intencional y al meterse con algún ciudadano inocente significa declarar la guerra a toda la colectividad, ya que somos un todo.

Sobre el estado de guerra ya nos han hablado varios autores: Thomas Hobbes (1588 – 1679), John Locke (1632 – 1704), J.J. Rousseau (1712 – 1778), Montesquieu (1689 – 1755), e incluso Maquiavelo (1467 – 1527).  Todos ellos han formulado hipótesis a cerca del estado de naturaleza del hombre y mencionan la importancia de vivir bajo un pacto de civilidad que nos proteja o que evite llegar a un estado de guerra. Por lo que es necesario revisar un poco lo que algunos de estos autores mencionan sobre el tema.

El autor de El Leviatán, Thomas Hobbes nos habla en su capitulo XVIII de la condición natural del hombre. Para él,  los hombres son iguales por naturaleza, ni siquiera la fortaleza física puede hacer una diferencia, ya que para eso los débiles  podrían ser astutos  y compensar esa desventaja. Dada esta igualdad, si dos hombres desean la misma cosa, al tener la misma capacidad de obtenerla,  se vuelven enemigos, trataran de aniquilarse,  es aquí donde la competencia pone al los hombres en estado de guerra, que aunque no exista la necesidad de atacarse de inmediato, existe la posibilidad.

Una vez que alguna de las partes se ha decidido a atacar a los otros para anticiparse y ganar poder, destruir antes que ser destruido, tendrá la posibilidad de disfrutar de la cosa, llámese tierras, o el simple fruto de su trabajo, pero estará en riesgo de que otro haga lo mismo y lo prive de sus posesiones, es por esta razón que el todo el tiempo vivirá en completa desconfianza. Si la persona tratase de  mantenerse dentro de unos limites modestos y estar solo a la defensiva posiblemente no duraría mucho tiempo, es por eso que en la medida de sus posibilidades tratará de obtener tanto poder como para no ser atacado por los otros, incluso rebasando los limites de lo que su seguridad requiere realizará una seria de conquistas por medio de la fuerza y de la invasión. Muchas otras ocasiones, la enemistad surgirá por cosas insignificantes como una palabra, una opinión distinta, o cualquier signo de subestimación, siendo la gloria otro motivo que pondrá en guardia a todos.

Para Hobbes, el estado de naturaleza es un estado de guerra  de todos contra todos, el hombre es el lobo del hombre, “Donde no hay poder común, la ley no existe: donde no hay ley, no hay justicia”. Sin embargo, existen dos  formas de superar ese estado, uno es por  medio de sus pasiones, es decir, el temor a la muerte y su inclinación a la paz y la otra es la razón, que sugiere normas de paz, a las cuales puede llegar por mutuo consenso.

De esta forma, la razón  y las pasiones hacen que los hombres tengan la necesidad de hacer un pacto y crear un poder coercitivo que haga que dicho pacto se cumpla, después de que esto se haya creado, se podrá definir lo que es justicia e injusticia. Al decir de Hobbes “la justicia es dar a cada uno lo suyo” y como en estado de naturaleza no existe lo suyo, o sea no hay propiedad, entonces la justicia e injusticia son producto de la vida en sociedad


Por tanto, antes de que puedan tener un adecuado lugar las denominaciones de justo e injusto, debe existir un poder coercitivo  que compela a los hombres, igualmente, al cumplimiento de sus pactos, por el temor de algún castigo más grande que el beneficio que esperan del quebrantamiento de su compromiso (…) tal poder no existe antes de erigirse el Estado.


Antes de la formación del Estado no hay valores ni moral por lo tanto no hay normas, no obstante existe aun la razón, quien acude en ayuda del hombre  y convierte la búsqueda de la paz en un fin deseado, dicha razón se presenta en forma de leyes naturales que se encaminan a alcanzar dicho objetivo. Hobbes menciona diecisiete leyes naturales  que van dando forma a una sociedad organizada  que al final de cuentas llevará a la formación de un poder civil que obliga a los miembros a cumplirlas,  nos dice que “La ley civil y la ley natural no son especies diferentes, sino partes distintas de la ley”  Sin embargo, también nos dice que la libertad que teníamos por naturaleza se verá limitado con dichas leyes.


Todas las leyes, recibirán su autoridad y vigor de la voluntad del Estado, así, el poder será transferido a una sola persona, o sea, un monarca o soberano quien tendrá el derecho de dictar leyes  y decidir sobre las propiedades de los súbditos y estos la tendrán obligación de obedecer. No hay pacto entre soberano y súbditos, no hay forma de que se acuse  a un soberano después de que fue electo por la mayoría  haga lo que haga. El signo mas notable de la soberanía Hobbesiana es dar y no tener que obedecer la ley. Una vez formado el pacto y establecido un soberano, no hay derecho de rebelión  y la única forma en la que los súbditos podrían romper el pacto es cuando el monarca renuncie a la soberanía o cuando sea vencido en la guerra por otro, por que esto quiere decir que ya no puede protegerlos.

El mencionado modelo Hobbesiano, sin duda ofrece una visión de lo que para él significaba el estado natural de los hombres, una guerra de todos contra todos prevalece antes de que exista una fuerza reguladora, cuya función principal es mantener la paz y buscar la felicidad de la sociedad, y cuya base son las leyes y la razón. Sin embargo actualmente se han formado estados con esas características y en muchos de ellos, la fuerza ha derivado en el abuso, la esclavitud y el provecho de unos cuantos. Tal es el caso por ejemplo de Francia gobernada por Luis XVI y  su esposa Maria Antonieta, que lejos de velar por el bien del pueblo, sacaban su propio beneficio y el de sus allegados. Tanto poder acumulado en una sola persona con tan poca experiencia para gobernar provocó que la miseria llegara a hasta los ciudadanos franceses y se llegara a un estado de guerra  que a su vez aspiraría a otros pueblos a tomar las armas; estoy hablando de la revolución francesa de 1789.

Ahora bien, si tomamos el modelo Hobbesiano, podemos observar que el estado de guerra no termina con el contrato, ni tampoco se garantiza que el soberano vea por el bien de la comunidad solamente, sino que el abuso de poder, y la ineptitud, pueden provocar  la permanencia de dicho estado, incluso como él mismo lo dice, “Porque la guerra no consiste solamente en batallar, en el acto de luchar,  sino que se da durante el lapso de tiempo  en que la voluntad de luchar se manifiesta  de modo suficiente” 

De ahí que el estado de guerra mencionado por Hobbes sigue vigente en tanto que existen situaciones que manifiestan descontento en los individuos de manera suficiente como para comenzar un conflicto. Situación que al menos en nuestro país, ha estado presente todo el tiempo, y que amenaza con iniciar un conflicto en cualquier momento.

Al igual que Hobbes, El filosofo John Locke ve en el estado de naturaleza del hombre la existencia de una completa libertad para ordenar sus actos y disponer de sus propiedades dentro de los limites de las leyes naturaleza, sin depender para ello del permiso o voluntad de otra persona. Un estado de igualdad  en el que nadie posea más que el otro como para que alguien se someta a otro, excepto cuando existe la voluntad de  Dios. En dicho estado, quien rige es la ley derivada de la razón que enseña a los hombres  a no dañar a los semejantes en cuanto a vida, salud, libertad o posesiones.

El estado de naturaleza tiene una  ley de naturaleza que lo gobierna y que obliga a todos; y la razón que es esa ley, enseña a toda la humanidad que quiera consultarla, que siendo todos los hombres iguales e independientes, ninguno debe dañar a otro en lo que atañe a su vida, salud, libertad o posesiones.

Por tal motivo, el hombre en estado natural posee dos poderes; uno que indica que el hombre puede hacer lo que le parezca necesario para salvaguardar su propia vida y la de los suyos y el segundo es el poder de castigar con la pena correspondiente, incluso con la muerte a todo trasgresor de la ley natural. No obstante, cuando alguien trata de colocar  a otro hombre bajo su poder absoluto, ya sea mediante la fuerza o  amenazas de emplearla, se coloca en un estado de guerra, de odio y destrucción.  En este caso, cuando el hombre es amenazado por la fuerza, tiene el derecho de defenderse  y aun de arrebatarle la vida al agresor. Esta situación se produce por que no existe un juez común que pueda dictaminar acerca de la justicia de ciertas acciones.

La diferencia con Hobbes que equipara el estado de naturaleza y el de guerra, radica en que Locke ve en el estado de naturaleza  una situación de paz, benevolencia, ayuda mutua y mutua defensa, siempre guiándose por la razón versus el estado de guerra caracterizado por el odio, malevolencia, violencia y destrucción mutua. Uno de los motivos principales para entrar en dicho estado consiste en amenazar con arrebatar la libertad a alguien porque equivale a quitarle todo lo demás ya que la libertad es la base de todo.

Si tratáramos de distinguir las ideas de Locke en el Estado mexicano por ejemplo, veríamos que existen muchas formas en que se ha puesto a los mexicanos en estado de guerra a pesar de que las leyes lo han sacado de un estado natural. Uno de los motivos principales es el sometimiento que existe por causas económicas. Es decir, el poder económico que han generado algunos, alcanza para someter a los muchos a su voluntad. Me refiero a los empleadores, dueños de los medios de producción  quienes tienen el poder para decidir sobre la voluntad de todos los subordinados, fijar horarios, salarios y formas de vida.

En apariencia, el hombre es libre de escoger un empleo, ganarse un salario de acuerdo a sus aptitudes, organizar su horario, etc. Pero en la realidad, el poder económico somete a su voluntad todos estos actos libertarios, la misma pobreza y marginación provocan que exista una gran oferta de mano de obra, y que los individuos se tengan que someter para obtener muchas veces salarios que no alcanzan ni para subsistir. Y es en esa situación donde debería de actuar el Estado para evitar un estado de guerra, y sin embargo, el Estado dice disparates como los que dijo el Ex Secretario de Hacienda Ernesto Cordero en el 2011, “Con ingresos de seis mil pesos al mes, hay familias que tienen el crédito para una vivienda, que tienen el crédito para un coche (…) envían a sus hijos a escuela particular y están pagando las colegiaturas”. Dicho comentario parece una broma, sin embargo no lo es, ya que significa que el Estado está ratificando la actitud empobrecedora de un grupo de individuos sobre otros.

La necesidad es la que impulsa al hombre a someterse a otros, pero la naturaleza abusiva de algunos es la que la ha proliferado y si el Estado no puede actuar en esa situación, quiere decir que no ha podido evitar el estado de guerra entre los individuos, y que viéndose inepto para hacerlo, se ha puesto del lado de una de las partes al justificar ese abuso. Por lo tanto hay que observar  lo que Locke tenía en mente sobre la formación de un gobierno y descubrir que es lo que nos ha faltado para ejercer el poder en beneficio de toda la comunidad, no solo de unos cuantos.

Según Locke, en estado de naturaleza, el hombre se encuentra expuesto a muchos peligros, uno de ellos es el riesgo de morir a manos de quienes violan la ley natural, o de quienes tergiversan la interpretación de la ley en su propio beneficio. Para defenderse en dicho estado, el hombre solo depende de su propia fuerza o habilidad para castigar a quienes se han puesto en estado de guerra, cosa que muchas veces sería insuficiente, ya que el agresor también puede estar organizado, es por esas y otras razones, que se ve obligado a constituir una sociedad, una verdadera sociedad  política donde se cuente con el poder necesario para salvaguardar y proteger al hombre respetando la ley natural y castigando a quien la viole.

Sin embargo,  el precio que habrá que pagarse por la formación de dicha sociedad puede ser alto, ya que se requiere de la renuncia de algunas libertades y al poder que en estado de naturaleza tiene el hombre. Hacer todo lo que esté a su alcance para salvaguardarse y castigar a quien viole la ley natural, son las dos facultades que deberá ceder en primera instancia a la comunidad. Para que dicho pacto tenga efecto, se requiere también del consentimiento mutuo de todos aquellos miembros que están dispuestos a formar un cuerpo político  y a partir de ese consenso todo quedan obligados a someterse a las decisiones de la mayoría. De esta manera, se renuncia al poder político que por naturaleza se tenía y se pone en manos de de la sociedad dirigida y administrada por los gobernantes  que la misma sociedad deberá establecer  para que se rija. La finalidad del pacto será siempre  conseguir la paz, la seguridad y el bien común.
Concedo sin reservas que el gobierno civil ha de ser el remedio contra las inconveniencias que lleva consigo el estado de naturaleza, las cuales deben ser ciertamente, muchas cuando a los hombres  se les deja ser jueces de su propia causa.

En el pensamiento de Locke, podemos observar otra diferencia con el estado propuesto por Hobbes, ésta radica en la división de poderes. Hobbes, apuesta por un  poder absoluto manejado por una sola persona, y Locke propone que se divida en tres poderes: legislativo, ejecutivo y federativo. La supremacía de esos tres la tienen el poder Legislativo, ya que las leyes son el instrumento más importante  para salvaguardar a los miembros de la sociedad. Las leyes que se emitan deben ser a través de los representantes del pueblo. En segundo lugar estaría el ejecutivo, también sometido a las mismas leyes, no obstante, este poder se encargará de asegurar el cumplimiento de las mismas. Y por último, el federativo, que se encarga de  la seguridad e intereses de la población con respecto al exterior.

Por otra parte, cuando el poder se sitúa  por encima de las leyes, se llama Tiranía, poder absoluto o despótico, y no siquiera puede considerarse una forma de poder civil, por el contrario, es incompatible ya que nadie en una sociedad puede vivir fuera de la ley o por encima de estas, “Donde acaba la ley, empieza la tiranía”. También la incapacidad  o corrupción de quienes ocupan  los cargos del poder legislativo o ejecutivo  son causas para disolver  el poder político.

De lo anterior resulta que,  los individuos una vez renunciando al poder que tiene en estado natural para depositarlo en los nuevos poderes civiles, quedan sujetos al arbitrio de la ley y es evidente que si los encargados de aplicarla se apartan de la finalidad para la cual fueron creados, termina su vigencia y  peor aun, cuando por motivos de ambición, incapacidad o corrupción  usan el poder en contra del pueblo, implantan el estado de guerra o exponen al pueblo al mismo, entonces tiene el pueblo  el derecho de actuar como soberano, de conservar para si mismo el poder, darle otra forma, o de colocarlo en otras manos , según lo juzgue más conveniente.

Y es más, allí donde la posibilidad de apelar a la ley y a los jueces constituidos esta abierta , pero el remedio es negado por culpa de una manifiesta perversión y una obvia tergiversación de las leyes para proteger o dejar  indemnes la violencia o las injurias (…) es difícil imaginar otro estado que no sea el de guerra (…) aunque estos delitos sean cometidos por manos de quienes han sido nombrados  para administrar la justicia. 

Lo mismo pasa respecto a la propiedad, según Locke, el hombre por naturaleza tiene derecho a la propiedad de lo que le haga falta sin que su acumulación provoque que se eche a perder, es decir, cuando ya no puede ser utilizado por el individuo quiere decir que ya no le pertenece a él, sino a los otros. Cuando se conforma una sociedad civil, se entrega el poder de defender lo suyo por los medios necesarios, y se coloca en manos del gobierno o del Estado, siendo este último el responsable del cuidado de las propiedades de los individuos. Si por algún motivo, el Estado ya no puede proteger las propiedades, estará exponiendo al pueblo a un estado de guerra y por lo tanto corre el riesgo de disolverse.

De lo anterior, podemos sacar alguna comparación de sus planteamientos con lo que pasa en nuestro país. Actualmente, en teoría, nos regimos por leyes que se emiten, reforman y derogan en el poder legislativo, luego el ejecutivo se encarga de que se apliquen y el judicial de administrar la justicia. Se supone que salimos del estado natural para evitar que se llegue a un estado de guerra, sin embargo, la ineptitud y la corrupción que existe dentro de los poderes, nos han puesto en un estado de guerra en el que no solo tenemos que cuidarnos de los semejantes, si no del mismo poder que le hemos dado al Estado. La guerra es doblemente difícil, estamos en riesgo de una guerra civil en tanto que unos abusan de otros, unos arrebatan las propiedades de otros, unos quitan la vida a otros, etc. pero también estamos en resistencia contra el mismo gobierno en quien hemos depositado el poder y lo ha usado para reprimir a la sociedad que reclama algún derecho y en ocasiones simplemente lo usa para beneficios que no están dirigidos a la comunidad.

Un país donde no hay seguridad en cuanto a la vida, posesiones, salud, etc.  donde se abusa de los impuestos y se destina al beneficio de unos cuantos, donde más de la mitad de la población carece de lo básico mientras un cinco por ciento de la misma saquea los recursos incluida la mano de obra que ahora se ha nombrado recursos humanos, donde las cárceles están llenas de personas inocentes que no tienen la capacidad de pagar quien los defienda o que simplemente ignoran sus derechos, donde nos imponen gobernantes mediocres, si no es un estado de guerra, estoy seguro que tampoco de es de paz, y hemos llegado al punto donde unos estamos bajo las leyes y otros encima de ellas, teniendo el derecho de reclamar el regreso del poder que anteriormente hemos entregado incluso con la guerra.


Unos años después que Locke, otro filósofo nacido en Ginebra, publicaría varias obras relacionadas con lo antes expuesto con Hobbes y Locke. Su nombre Jean Jacques Rousseau  (1712 – 1778) quien  nace y produce sus obras en una época de modernidad, donde se vive un entorno el racionalismo, el humanismo, empirismo y el reconocimiento de los sentidos como ventana del conocimiento. No obstante, aunque  Rousseau se inclina a favor de los sentimientos y no tanto de la razón, también recurre a ella y  al derecho natural.

Respecto al estado de naturaleza, Rousseau nos dice que los hombres nacen libres y que los renunciar a esa libertad  es renunciar a la condición de hombre, a los derechos de la humanidad y aun a sus deberes.  El hombre en su estado primitivo no tiene una relación  constante como para establecer un estado de guerra, no eran naturalmente enemigos, si no que las cosas y los estados  constituyeron un estado de guerra.

La relación de las cosas y no la de los hombres  es la que constituye la guerra (…) La guerra no es una relación de hombre a hombre, sino de estado a Estado, donde los individuos son enemigos accidentalmente, no como hombres ni como ciudadanos, sino como soldados.

De la misma manera, los hombres en estado natural son iguales, sin embargo hay elementos como la fuerza que puede cambiar esta situación. Hace crítica a la idea de Aristóteles quien dice que hay hombres que nacen esclavos y otros para dominar, para Rousseau, si existen esclavos es por que lo ha habido contra naturalaza. “la fuerza hizo a los primeros esclavos, su cobardía los ha perpetuado”. Y para él, la fuerza no es  lo que hace el derecho, ceder a la fuerza es un acto de necesidad y no de voluntad, nadie esta obligado a obedecer sino a los poderes legítimos.

Sin embargo, existen obstáculos en el estado natural ya que no existe una legitimidad, moralidad o una ley civil que determine lo que es justo. En tales circunstancias prevalece la inseguridad, la ausencia de paz  y el peligro para la vida o la integridad física, existiendo la  posibilidad de que surja un estado de guerra. Cuando un individuo es superado en fuerza por otro al grado de ser sometido o esclavizado, éste estado primitivo ya no puede subsistir y el género humano perecería si no cambia su manera de ser.

En este caso, como los hombres no pueden crear nuevas fuerzas, sino unir las que ya existen, no hay más remedio que formar una asociación  que sume las fuerzas existentes con el fin de hacerlas obrar a favor de la conformidad de las parte. Es decir, encontrar una forma de asociación que proteja con la fuerza común la persona y los bienes del asociado, y como cada uno esta unido a todos, no obedece sino a si mismo  permaneciendo tan libre como antes. Este es el problema fundamental por el que Rousseau propone como solución el contrato social.

De esta forma, Rousseau nos propone enajenar o ceder todos nuestros derechos sin reservas  a la comunidad, y con el contrato social bien establecido, se gana lo equivalente a lo que se pierde y mayor fuerza para conservar lo que se tiene.  La transición del estado natural a un estado civil  permite sustituir y colocar la justicia en el lugar donde solo había instinto y da  a las acciones de los individuos la moralidad de la que antes se carecía.  En resumen, “el hombre pierde su libertad natural  y el derecho ilimitado a todo cuanto desea y puede alcanzar, ganando en cambio la libertad civil y la libertad de lo que posee” 

A diferencia de Hobbes, Rousseau ve en el hombre en estado natural una desigualdad que pudiera ser física o en talento, cosa que se convierte en igualdad  por convención y por derecho con el contrato social.  Cabe mencionar una nota que hace al pie de página, donde menciona el punto al que yo quiero llegar para concluir este trabajo.

Bajo los malos gobiernos, esta igualdad no es más que aparente e ilusoria: Solo sirve para mantener  al pobre en su miseria y al rico en su usurpación. En realidad  las leyes son siempre útiles a los que poseen  y perjudiciales a los que no tienen nada. De esto se sigue  que el estado social no es ventajoso a los hombres  sino en tanto  que todos ellos poseen  algo y ninguno demasiado.


Cabe mencionar que nuestro autor veía en el contrato social una solución a los problemas que se daban en el estado natural y que podrían derivar en un estado de guerra,  pero cuando éste se realizara, nadie debería reservar parte de sus derechos  para sí, sino que debía ceder al igual que todos, para recibir lo mismo de la comunidad. Yo creo que esta idea es buena pero difícil si consideramos las deferentes posturas que existen respecto a la naturaleza del hombre.


En conclusión, debo decir que no es fácil decidir sobre como es o no la naturaleza del hombre, o el hombre en estado natural, ya que nunca nadie lo ha visto realmente ni tampoco existen datos o pruebas de tal cosa, solo son suposiciones y cada una de ellas tiene mucho de cierto. En lo que todos están de acuerdo, es en la existencia del un estado de guerra. Si bien los tres autores lo abordan de forma diferente, una vez que llegamos a él, es muy parecido.

Por tal motivo, cuando equiparamos las condiciones de la sociedad actual en nuestro país y lo comparamos con el estado de guerra, ya sea descrito por Hobbes, Locke o Rousseau, tiene muchas semejanzas con la situación actual.

Por un lado, los autores mencionados proponen salir de ese estado de naturaleza para alcanzar la paz y el mutuo respeto, ya sea bajo un poder absoluto, o bajo las leyes y la división de poderes. Sin embargo, a lo largo de la historia, ya nos hemos enterado de cómo han degenerado estas formas de gobierno y como lo que se supone nos salvaría de nosotros mismos, se ha  revertido, causando tantos desastres como para ponernos en una situación más parecida al estado de guerra descrito por los tres autores mencionados, que a un estado de paz y benevolencia.

Para mí, el estado de guerra nunca ha dejado de existir con la creación de un pacto o contrato, ni con la formación de Monarquías ni tampoco de repúblicas. Y las características que tiene el hombre en estado natural se manifiestan dentro de la civilidad, solo que más parecidas a lo que dice Hobbes, que a los otros dos autores. Es decir el hombre tiene que cargar con las pasiones que lo ponen en conflicto con otros, o sea, competencia, desconfianza y gloria. Si bien, la razón permite respetar en cierto grado las leyes naturaleza por el miedo a la muerte u otras circunstancias, corremos el riesgo de que en el cuerpo político que designamos para protegernos se deje guiar por estas pasiones y las use en contra de la misma comunidad.

Por lo anterior, considero que la guerra de todos contra todos esta vigente, solo que algunos por temor respetan las leyes y otros más temerarios las violan en perjuicio de sus semejantes, incluso las personas responsables de la aplicación de las mismas, las pueden tergiversar o violar ya sea para su beneficio o para beneficio de otros, perjudicando a la comunidad  y como bien lo menciona en el Leviatán, no se trata de que todo el tiempo exista la riña, si no que la guerra esta presente  y se equipara a una tormenta, donde no es necesario que haya lluvia todo el tiempo, es decir pelea, sino que hay formación de nubes que se ven amenazantes en el cielo y que en cualquier momento se pueden convertir en un aguacero.

¿Por que digo esto? Pues bien, ¿hay acaso un momento en la historia de la humanidad en el que se hayan suprimido la guerra? No, ninguno, sino por el contrario, si en el estado de naturaleza, la guerra era individual y habría que cuidarse de todos, hoy en día, tenemos que cuidarnos de muchos individuos, pero también del mismo Estado o de otros Estados, además de grupos organizados que se dedican a sacar de las leyes y del grupo social su propio beneficio, abusando de los otros.

Para no descartar las ideas de algún autor, he considerado mencionar la naturaleza del hombre como una mezcla entre hombres libres, hombres malvados y hombres buenos. Si todos fuesen buenos reinaría también la igualdad, pero como eso no es, entonces los malvados provocan un estado de guerra ya sea por causa de la propiedad, o del sometimiento o esclavización, (podría mencionar muchas causas en el origen de un estado de guerra en la actualidad). No obstante muchos, tratando de salir de dicho estado, vemos conveniente la formación de sociedades, cedemos nuestros derechos  y ponemos nuestro poder en una comunidad para que sea administrado por los administradores de lo que en estado civil se llamaría justicia. Para que se realice tal situación, debemos hacer legitimo el poder y nombrar al responsable de su administración y aplicación respecto de lo justo y lo injusto, para lo cual, también tiene que saber lo que es cada una de esas  cosas.

En nuestro país, la aplicación de lo que es justo y el castigo de lo que es injusto son relativos, por lo regular a la situación económica que se tenga. El Estado está lejos de aplicar las leyes de una manera justa, incluso, las viola o las modifica sin importar si perjudica a toda la comunidad. Y como dice Rousseau, bajo los malos gobiernos, no se puede alcanzar el objetivo de un pacto, y por el contrario, sirve para  mantener al pobre en su miseria y al rico en su usurpación, y las leyes terminan siendo útiles para los que poseen  y perjudiciales para los que no tienen nada.

En este caso podemos ver como la malevolencia reina entre los mismos ciudadanos, a pesar de la existencia de leyes, ya sean naturales o civiles, y del uso de la razón. Como podríamos decir otra cosa en un país donde el cinco porciento de las personas poseen el noventa porciento de las riquezas y donde el veinte porciento esta muriendo de hambre y el resto esta sujeto a una especie de esclavitud. Unos mueren de hambre, otros ven salir el sol y ocultarse dentro de sus lugares de trabajo, y aunque son relativamente libres, no pueden hacer uso de la libertad, y si en  algún momento llegan a su casa es para reponer fuerzas y salir nuevamente a trabajar al siguiente día para obtener una miseria de salario, y algunos otros disfrutan del producto de ese trabajo, se regocijan en la opulencia y abusan de los semejantes. Si eso no es una guerra declarada, entonces no se que es, pero estoy seguro que el fin de formar una sociedad no lo hemos alcanzado.

Pero a lo anterior puede sumarse algo peor, y es que el Estado, o sea, el cuerpo político que hemos designado para nuestra protección, se entrega a algún grupo como el de los empresarios o el de los poderes fácticos como vil prostituta, usando el poder que le concedimos para veneficiar a esos sectores y perjudicar a la comunidad. Lo que en este caso yo veo, es que el Estado solo esta protegiendo a uno que otro sector de la sociedad y esta perjudicando al resto. Y no solo lo deja desprotegido, sino que al mínimo intento de protesta, ataca con todo el poder,  mata estudiantes, desaparece personas que componen canciones, reprime movimientos, encarcela menores de edad, golpea mujeres, veta profesores para que no tengan trabajo, deja sin educación a 10 porciento de los jóvenes, avala salarios raquíticos que no alcanzan para vivir, etc.

Ante estas situaciones, cuando ya no se puede apelar al Estado para que nos garantice seguridad, solo nos queda apelar al cielo como dice Locke, pero como el cielo es algo subjetivo y nadie sabe si ahí encontramos algo, yo digo que solo nos queda apelar a la misma comunidad, formar una gran resistencia civil, a la cual ni el poder económico ni el político puedan manipular en beneficio de unos cuantos y como dice también Jonhn Lock, “En todos los estados y condiciones, el autentico remedio contra la fuerza ejercida sin autorización, es la fuerza misma”. O como diría Rousseau: “el estado social no es ventajoso a los hombres si no en tanto todos poseen algo, y ninguno demasiado”, eso es lo que nos queda por buscar.






Hobbes Thomas, Leviatán. FCE México, 1990, 618 pp.

Locke, John. Segundo Tratado sobre el gobierno civil. Texto extraído de la página: https://sociologia1unpsjb.files.wordpress.com/2008/03/locke-seleccion-segundo-tratado.pdf

J.J. Rousseau, El contrato Social, Editores Mexicanos unidos S.A.  México, 2003 Pág. 42

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